domingo, 28 de noviembre de 2010

De hogar

Cierta vez que yo dormitaba
en cierto salón quizá dormitado,
discernía entre la noche y el día
como quien analiza un cultivo.
Cierto mes de aquella vida
pensé que todo había pasado,
que la noche era día,
y el día algo soñado.
Cuando el crepúsculo
vino a mis brazos
yo no pensé si dormía o si soñaba,
yo sólo soñaba con tus labios.
Y cuando más lo necesitaba
te alejabas de mí sin decir
ni una palabra ni algo extraño.
Siempre te ví hermosura
en la noche y el día,
cual árbol caído roto en pedazos,
cual nube esponjosa
que duerme en mi regazo.

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