jueves, 13 de diciembre de 2012

Deja las lágrimas correr sobre el folio mojado. La lluvia es pasajera, la precipitación, inexacta.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Nicolás Guillén (poeta cubano)



   Así  pues,  Capablanca
        no está en su trono, sino que anda, 
        camina, ejerce su gobierno 
        en las calles del mundo. 

        Bien está que  nos lleve 
        de Noruega a Zanzíbar, 
        de Cáncer a la Nieve.

        Va en un  caballo blanco, 
        caracoleando 
        sobre puentes y ríos 
        junto a torres y alfiles,

        el sombrero  en la mano 
        (para las damas) 
        la sonrisa en el aire 
        (para los caballeros)


y su caballo blanco 
        sacando chispas puras 
        del empedrado...

Ajedrez, Borges


I
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?