sábado, 24 de julio de 2010

Cobayas


Corría rapidísimo entre las calles del laberinto. No sabía que camino tomar y se quedaba parado. Parecía que pensaba entre que ruta optar. Quería tomar el camino por donde se veía luz, pero entonces debía abandonar a su cría herida. Y como en ese lugar había una porción de queso, el ratón decidió quedarse temporalmente allí, hasta que la cría sanara. Pero el ratón estaba tentado de irse y dejarla allí desangrándose... era tan cruel y tan caprichoso. Aunque cuando decidía marcharse, se topaba con esa mirada... Lo hipnotizaba y quería seguir cuidándola hasta los restos. De vez en cuando sentía cómo si lo observaran y lo pusieran a prueba; como en un show de Truman infinito...

miércoles, 21 de julio de 2010

Hogar...


No sé si por atisbo de tristeza o augurio de desesperación, me encuentro aquí sentado, al borde del llanto. No sé si habré bebido, pero si lo hice dejé el alcohol en la mesa, pero hoy mis ojos piden ¡llanto! No sé qué mal presagio atraganta mis entrañas y ahoga mis esperanzas. Hoy he gozado y he sufrido, aun no sé ni por qué ha sido. No sé que me pasa en este instante, sólo el aire es tibio. -¿Qué me ocurre en el alma?- le pregunto desafiante. No sé cómo quitármelo. ¿A quién? ¿El qué? ¿Cómo? La cordura me ha abandonado, me ha dado por servido, ya no sé ni cuál es mi casa, ni en mi corazón me tranquilo...

viernes, 16 de julio de 2010

El viento...


Una brisa puede ser un viento sugerente. Una palabra dejada en el aire puede ser una frase arrastrada por el viento. Una insinuación puede ser una acumulación de frases que el viento tergiversa y magnifica. Una caricia puede ser una insinuación convertida en materia, a través del cariño del viento. El viento... que todo lo mueve, con su siseo y su prepotencia. Quizá un lametón al viento rompería la normalidad con que se pasea ante nosotros haciendo alarde de su condición etérea. Hay que salir y decirle al viento que se pare y se caiga, y todos nos riamos de él, como tantas veces se ha reido él de nosotros.

Fireflies


Paseaba por el río... triste y solitario. Vi luces y luceros, pero ninguno quería compadecerme. De pronto, una luciérnaga se acercó a mí, de colores vivos, me habló y dijo así:
- Como prueba de mi confianza entrégame tú la tuya, seamos amigos.
Yo no supe que responder, llevaba mucho tiempo sin ver a la luciérnaga y ella me abrió los ojos y me dí cuenta de que no estamos solos. Mucha gente comparte tus deseos u opiniones. Quizá amigos no haya muchos, pero sí hay confidentes y traidores.

viernes, 9 de julio de 2010

SJ

Mi destino es andar