jueves, 15 de octubre de 2009

Releyendo viejos sonidos

Oigo el mar, no, sólo es el ruido de una caracola perdida en una dimensión desconocida. Escucho el tintineo de un pájaro, ah no, sólo es una campana sorda. Recuerdo el movimiento de un balancín, su crujido, sólo era la puerta que se abre a una nueva vida llena repleta de sensaciones nuevas. Pero el crepitar de las llamas... qué nostalgia, cuando te acercabas con el tridente enloquecido y me decías que aún no estoy en el cielo.

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