Mis brazos se aferraban a la nada,
era un día sombrío y pálido,
mis ojos veían fantasmas ausentes,
era un día lúgubre y frío.
Apareció una figura en el fondo
de la gris habitación de cipreses;
se presentó y me besó.
Me quedé esperando toda la noche
para revivir el recuerdo pasado,
para revivir el corazón dejado
entre lápidas de adrenalina.
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