jueves, 13 de enero de 2011

Amistad

- ¿Por qué debo confiar en ti?
- Porque soy tu amigo.
- ¿Y?
- Que puedes confiar en mí sin pensártelo dos veces.
- ¿Y si me traicionas?
- No lo haré.
- ¿Cómo lo sabes?
- Yo no lo sé, el que lo debes saber eres tú que para eso dices ser mi amigo.
- ¿Y si digo que no soy tu amigo?
- Pues no confíes en mí.
- Pero yo quiero confiar en ti, debo decirte algo.
- Entonces cuéntamelo y déjate de rollos.
- Sí, pero, ¿y si me traicionas?
- Ya me castigará el dios de la amistad.
- ¿Y quién es?
- No sé, dímelo tú que eres el que cree en esas cosas.
- Pues... algún griego del Olimpo.
- Puede... pero yo preferiría que fuera alguien que hablara mi idioma.
- Pues algún... no sé, ¿a que venía todo esto?
- A la amistad.
- Ah sí, ¿y qué es eso?
- Puf... a saber... un invento más del Corte Inglés...

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