jueves, 22 de abril de 2010

Superviviente



Miré la ciudad a través de la ventana. Todo estaba destruido. Era el último superviviente, pero no podía sobrevivir a mis emociones. A veces paseaba entre ruinas y a veces entre sensaciones. Estaba tan perdido… Me sentía como si san Pedro hubiera regalado entradas para entrar en el cielo y yo, el último de la cola. Y aunque podía tener lo que quisiera, querer lo que amara y amar lo que fuera, me faltaba algo. ¿El último superviviente? Quizá el más desdichado. El necio que se negó a reunirse con los demás y ahora sufre por ello.

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