martes, 24 de noviembre de 2009

Nuestro oasis interno


Verás... yo no quería que mis palabras salieran de estos labios, pero... he tenido que contarlo, yo no sabía nada, yo no quería averiguarlo, pero a mi me lo contaron y tengo que soltarlo. Sin pedir más ayuda ni reservar ni una duda yo sigo cavilando, yo sigo intentando, conseguir cada día, un reto, una hazañería, para contar este secreto, este idilio de Morfeo. Mientras yo caminaba... un ruido se acercaba, me dijo lento y certero que yo sabía que estaba tuerto; aún no podía ver la verdad en la que me enjaulaba, yo seguía sin saber... nada... me sentía como en un desierto ciego, pero como en un oasis interno, donde la soledad era la ausencia de personas, pero las palmeras y el agua y los animales y demás objetos y fauna y flora tropicales eran los guías de mi ceguera. Así yo atiné ver el secreto: estaba allí resplandecientemente sentado a la orilla del lago, con una piña como gorro, con una idealización física, con toda su juventud entera e íntegra, allí estaba mi corazón, vestido de rojo, y teñido de amor.

1 comentario:

  1. me parece todo muy bonito, pero no todo es poesia y amor, prueba con otras cosas, te ira bien

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