viernes, 6 de mayo de 2011

El karma

A veces creo en él. Cuando me ocurre algo bueno, siempre viene arrastrando algo malo. Pueden ser mis prejuicios... católicos, o puede que exista el karma. Claro que siempre queda el azar, pero cuando el azar se vuelve probabilidad y termina en continuidad, parece que queda poco de azar. También puede ser que yo sólo me acuerde de lo malo, y de las veces que no ha ocurrido nada no diga nada. Todo puede ser, ¿por qué no? El karma... parece otro invento de El Corte Inglés, no sé... Si creyera en todo lo que debo creer o lo que abarca mi dialecto me perdería. A lo mejor existe y se llama... alfredo, en vez de karma. Bien, pues yo le llamo a esa contínua cadena de felicidad-tristeza, bien-mal, mi alfredo, que es algo concreto, sensible y mío, personal, no es el karma universal de todos que pone paz en el universo, es mi paz individual y le pongo el nombre que quiero, cuando quiero y donde quiero. Yo invento mi mundo, y con él mi lenguaje, aunque plagie de vez en cuando...

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