martes, 8 de diciembre de 2009

Árboles...


Amables son las luces de la mañana, que me despiertan con susurro inquieto (levántate y anda), mientras las nubes caminan por la calzada. Son ya las doce, y el sol no ha llegado. Se habrá quedado dormido como todos los lunes... Pero quizá sea un día especial, aun las estrellas miran discretamente mi faz sombría. Puede que un trueno atraviese un árbol dejándolo petrificado y recto. Puede que yo deje mi flecha clavada en el árbol de la codicia, pero no seré el arquero que dispare con frialdad.

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